Fragmentos Literarios V

Las letras de tu nombre

Decir "las letras de tu nombre no me dejan ver
no me dejan verme"
puede parecer una metáfora útil para empezar un poema
una frase que anuncie con dudosa belleza algo así como:
"por pensar en ti camino a tientas". O "sin ti
no puedo vivir, no sé quién soy, no sé qué hacer".
No.
Decir que las letras de tu nombre no me dejan ver
no me dejan verme
es tan literal como decir
que escribo en un cuaderno cuadriculado
a las 11 de la mañana, con plumón rojo
el pelo mojado, recién salida de la ducha
esta mañana de agosto, 29.
Me explico:
desde que te fuiste, cada mañana escribo tu nombre
en el espejo. En la soledad del baño lleno del vapor
que todo lo empaña, en lugar de limpiar el vaho con un trapo
o un pedazo de papel, me dedo recorre la superficie del espejo
y escribo tu nombre.
Sí. Tu nombre,
seguido de alguna breve declaración.
Esas cosas que se escriben en las parees de los baños,
en los cuadernos, en servilletas de papel
yo las escribo en el espejo empañado
obedeciendo a una cábala que inventé
cuando supe que no regresarías.
Y entonces
cuando debo peinarme, lavarme los dientes,
pintarme los ojos
disimular mi palidez
las letras de tu nombre en el espejo no me dejan ver
no me dejan verme.


Aparta de mí este cáliz

Caminando llego al río. Me gusta el olor. Las hierbas, los
matorrales raquíticos, ese verde medio seco que tal vez el
agua de este año hará retoñar.
Bendigo el silencio, la soledad de esta mañana de vera-
no. No es un río caudaloso este tímido Sama de aguas co-
lor marrón que sólo de cuando en cuando llegan hasta el
mar y empañan el azul transparente. Se cruza de lado a la-
do, el agua apenas a los tobillos. No canta ni susurra ni
suena. Me siento y miro. Cojo una piedra y la lanzo con
rabia. Pienso: si alcanza la otra orilla, él y yo contempla-
remos juntos este río Sama una mañana de verano. Pero
cae en el agua, cerca. No vale, digo. fue sólo un ensayo. Y
sigo ensayando, aprendiendo el tamaño de cada piedra, su
peso, la fuerza de mi brazo. Hasta que lo consigo. Vendrá
uno de estos días, ahora lo sé. Y entonces me atrevo, sin
pensar. Cojo al azar una piedra y digo en voz alta: si llega
donde debe llegar él me amará como antes; volvremos
a ser amado y amada, seré la amada en el Amado transformada.
Pero antes de que la enorme piedra termine su trayectoria,
le doy la espalda presa del pánico.

Delirios (uno)

Quiero celebrar contigo estos años
y no sé qué hacer para atraerte
he tendido mis redes
pero caminas cerca de mí como en un campo minado.
Igual que Ulises
te has puesto cera en los oídos
y no escuchas mi voz que te llama
mi oferente canto que invita al banquete:
tengo alegrías guardadas
y ganas de amar con buen amor
mi cuerpo es aún hermoso
no debes tener miedo
sé quién eres
sé cómo eres.
Quiero celebrar contigo.


Poemas extraidos de
 "La ceremonia del Adiós"
Giovanna Pollarolo - 1997
Entrada publicada por SYD708 el lunes, 30 de agosto de 2010 .
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1 comentarios :

Anónimo dijo... | 31 de agosto de 2010, 9:29

Desde la mañana del 29 (justamente esa), me quedo con esta parte :
desde que te fuiste, cada mañana escribo tu nombre
en el espejo. En la soledad del baño lleno del vapor
que todo lo empaña, en lugar de limpiar el vaho con un trapo
o un pedazo de papel, mi dedo recorre la superficie del espejo
y escribo tu nombre
Neblina