El romance de la Zángana o una historia sin futuro en cuatro folios (Folio 2)

Folio 2


- Lleva buen rato ocupado – me advirtió levantando la ceja
- ¿Y qué hacemos? ¿Tirar la puerta abajo?
- No estaría mal – replicó divertida

Supuse que ella también había bebido alguna copa, pues no nos conocíamos pero estábamos ahí sonriendo con soltura, algo que al menos yo no hacía muy a menudo. Por unos segundos nos quedamos en silencio. Yo miraba mis botas negras, con las manos bien metidas en los bolsillos traseros de mis jeans, para que no se me notaran los nervios. ¿Por qué será que cuando alguien no encuentra que decir se mira los zapatos? En fin…Por un instante, me pareció haber regresado en el tiempo y me gustó revivir, aunque con cierto remordimiento, esa sensación de libertad de mis años como cazadora solitaria.

La cosa es que, el individuo o individua que estaba dentro del baño la hacía demasiado larga mientras que yo luchaba contra esas ganas locas de volverle hablar. ¿Acaso estoy haciendo algo malo? – me pregunté de pronto y caí en cuenta de que me estaba flagelando por nada. A esa chica no la iba a ver nunca más ni bien bajara del avión. Entonces me relajé y sin dejar de mirar mis botas me animé a preguntarle.

- ¿Regresando de vacaciones?
- Si… lamentablemente ¿y tú? ¿vas de turista?
- Ya quisiera… voy una semana por trabajo
- ¿A hacer qué?
- A participar en un seminario sobre diseño publicitario
- No tengo ni idea de que cosa hablan en un seminario de esos pero suena interesante
- Depende de cómo lo veas… supongo… ¿Y tú? ¿A que te dedicas?
- A ser una carga para la sociedad – rió divertida. Yo reaccioné de igual manera – la verdad, me tomé un año sabático que ha llegado a su fin, se me acabó la pasta – suspiró con resignación- Así que, regreso a ver qué hago con mi vida
- Emocionante
- Seee, claro…
- Me lo voy a pensar – le dije mirando al techo
- ¿El qué?
- Eso de ser una carga… suena tentador

Por el rabillo del ojo, noté que sonreía y me miraba como si fuera un scanner, aprovechando que tenía la vista aún en el techo del pasillo. En eso y totalmente adrede, la miré pescándola infraganti. Enrojeció mientras desviaba sus ojos de forma disimulada. Me enterneció. Tuve la impresión que iba a decirme algo cuando la puerta del baño se abrió. De dentro, salió una pareja caminando de forma desenfadada. Ella y Yo los seguimos con la mirada, boquiabiertas.

- ¡Joder! – exclamó
- Es exactamente lo que acaban de hacer.. si…

Riéndose, se metió al cubículo y cerró la puerta. Yo me quedé ahí, mirando el cartelito que decía: ocupado, en letras rojas. Entonces una azafata me trajo de vuelta a la tierra, al indicarme que el otro baño estaba desocupado. Al salir y mientras caminaba por el pasillo opuesto, tuve otro ataque de remordimiento y decidí volver a mi lugar sin buscarla.

Horas más tarde, me movía de un lado al otro en esos asientos de turista que cada vez son más minúsculos, tratando de conciliar el sueño. Miré el reloj y noté que aun faltaban ocho malditas horas para llegar. La monjita me miró como si me compadeciera ante tanto intento fallido por dormirme y me ofreció su vieja copia del nuevo testamento. Creo que puse cara de espanto, no sé… pero igual le agradecí y me levanté, pretextando que necesitaba estirar las piernas.

Comencé a caminar hasta la parte de atrás del avión en donde un grupo de azafatas charlaban en voz bajita, imagino para no despertar a los pasajeros de la última fila. Luego me fui hacia adelante pero por el pasillo del otro costado. Al regresar, la vi. La luz de lectura soltaba un halo ámbar sobre su rostro, a medias tapado por el libro que leía concentrada. Avancé un par de pasos hasta lograr leer el titulo. Me detuve descolocada. Una inesperada coincidencia amenazó otra vez, mi propósito de mantenerme alejada de aquella muchacha. Habiendo millones de libros escritos en el mundo, ella tenía entre sus manos un ejemplar de Lobo estepario, la novela que más me había impresionado en la vida. Si el destino se encaprichaba de esa manera, tenía que ser por algo- recuerdo que pensé a manera de justificación. Y es que si nos damos cuenta, nos pasamos la vida entera buscándole justificación a todos nuestros actos y mejor si podemos echarle la culpa a fuerzas sobrenaturales que escapen de nuestro control. Entonces, en medio de mi pajareo mental, ella me miró. Sonreí y me terminé de acercar descubriendo que no había nadie sentado junto a ella, pues la almohada y la manta estaban intactas sobre el asiento.

- ¿Qué haces?- me preguntó
- Escapando de Madre Teresa
- ¿De quién?
- Me tocó sentarme junto a una monjita que al ver que no podía dormir, me ofreció su biblia
- Vaya, que heavy
- Imagínate, así que decidí estirar las piernas un rato… - mirando el libro cerrado en su regazo comenté-Herman Hesse
- Si
- Esa es mi novela favorita
- ¿Sí?- me miró incrédula - La empecé ayer así que no me cuentes nada
- No pensaba hacerlo, además no creo que sea el argumento lo más potente de la historia, es más bien lo que vaya o no removerte por dentro
- Me encantan las novelas psicológicas
- A mí también…

Ese fue el primer momento de conexión que tuvimos. Fue apenas un instante pero de tal intensidad que me pareció que el tiempo se quedaba suspendido una vida entera. La adrenalina me subió por todo el cuerpo tanto que quise escapar, correr de vuelta a esa vida que me había matado construyendo, cuando ella me retuvo.

- Nunca puedo dormir en los aviones- me dijo
- Yo tampoco… - susurré irremediablemente perdida en sus ojos

Entonces, sin decir más, se cambió al asiento de la ventanilla y me invitó a sentarme. Volvimos a guardar silencio. Fue extraño porque, a pesar del nerviosismo por toda esa situación, estando ahí sentada, sentí algo muy familiar, como si no fuera la primera vez que estaba cerca de aquella mujer.

- ¿Cuánto tiempo llevas casada?

Me preguntó de pronto, rompiendo el silencio y la comodidad. Al ver mi sorpresa, ella señaló la alianza en mi dedo. Es increíble como la costumbre hace los objetos invisibles.

- Descontando peleas, separaciones y todo… diez años
- ¿Tienes hijos?
- No… vivo con una mujer



Música: Donde van- Diego Torres
Entrada publicada por SYD708 el miércoles, 27 de octubre de 2010 .
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4 comentarios :

Tatana dijo... | 27 de octubre de 2010, 21:13

bueno, vivir con una mujer no impide tener hijos (la edad si :S )
Hay veces q las atracciones son imposibles de refrenar, y por mas q se sepa q se esta entrando en la boca del lobo no solo no se evitan si no q se hace con una sonrisa en la boca.
A ver como sigue este viaje en avion.

besos

por cierto, a mi no me pasan estas cosas, soy de las q me duermo antes de despegar jajajaaja

Anónimo dijo... | 28 de octubre de 2010, 8:24

Hay atracciones que aunque quieras ponerte cerebral y evitarlas al dia siguiente despiertas junto a alguien en tu cama y dices porque carajo lo voy a evitar y si toca sufrir sera en su momento, ahora es el momento de la sonrisa de boba y la cabeza en el limbo.
Un beso
Neblina

Anónimo dijo... | 28 de octubre de 2010, 15:34

Está claro que aunque tengas pareja no quiere decir que no te pueda atraer alguien nuevo que se cruce en tu vida. El matiz está en dejarte llevar por esa atracción o no y eso depende de la situación de tu relación, los sentimientos que tengas hacia tu pareja o los que esa persona te inspira, entre otros muchos factores.

Seleg

Anónimo dijo... | 28 de octubre de 2010, 17:19

Por qué en algún momento de nuestra vida en pareja, pasa alguna persona que tambalea lo que has creado con esa otra persona?
Ufff, que difícil momento...

Esperando el siguiente capítulo.