HORA CERO PUNTO COM (3)

Martes 7 de Diciembre 5:00pm (7 horas antes de la hora cero)



Se asomó por la ventanita de la puerta y la vió sentada en el escritorio revisando una pila de papeles. La contempló unos segundos antes de girarse sobre sus talones y apoyarse contra el muro. Sintió las manos húmedas y tuvo que frotarlas contra sus pantalones de lanilla para secarlas. Siempre había detestado que le sudasen de esa manera, no tanto porque le impidiera dar la mano para saludar ganándose fama de descortés, sino porque consideraba que era signo evidente de esa debilidad que le avergonzaba tanto y que siempre hacía mil esfuerzos por ocultar.

Steve Morgan era un muchacho de treinta y dos años, de mente brillante pero bastante retraído, que le gustaba plancharse hasta los calcetines y que nunca se había enamorado. Hasta que se inscribió en aquel curso de post grado en historia del arte de la universidad de Essex. De esto hacía cuatro años. Para alguien tan planificador como él, ese amor inesperado significó un real terremoto de emociones encontradas. Un año después, producto de esa relación nació Octavia. El entró en un pánico inexplicable hasta para él mismo y una noche, sin decir nada, desapareció por tres largos años.

Ahora, apenas unos metros lo separaban de la que había sido su mujer. Se quedó ahí parado un par de segundos. Tenía el corazón en la boca y sin embargo, empujado por un segundo de valor, abrió la puerta. Ella al verlo empalideció.



- ¿Qué haces aquí?

- Quería verte

- ¿Después de todo este tiempo? – preguntó la mujer entre nerviosa e irónica - No entiendo para que

- No te preocupes, no he venido a joder tu vida, solo quiero saber como están.

Ella lo miró aun más sorprendida. Incluso parecía que iba a estallar en carcajadas

- Eres increíble Steve… de verdad que eres increíble – dijo ya enfadada mientras comenzaba a guardar sus cosas

- Roberta por favor…

- ¿Qué? – exclamó alzando la voz y encarándolo - déjame entender. Un día me dices que me quieres, tenemos una niña y tú, dos semanas después, desapareces sin dejar rastro. Luego me envías una postal de tres miserables líneas pidiéndome que te perdone por no estar a la altura.



Steve la miró con tristeza. Iba a decirle algo pero no pudo pronunciar palabra. Entonces, Roberta continuó.



- De no ser porque tu padre era un hombre bondadoso, no sé que hubiese sido de mí y la niña en esos primeros meses. La pasé realmente mal, no solo sobreviviendo sino también olvidándome de ti… y ahora apareces con el rabo entre las piernas preguntando ¿cómo estamos? No me hagas reír…

- Déjame verla, solo una vez… aunque sea de lejos – suplicó entonces

- ¿Para qué? – le preguntó sin entender – Nunca quisiste a tu hija, jamás te preocupaste por ella

- Roberta, créeme que si me hubiese quedado, hubiese convertido sus vidas en un infierno. Con las justas puedo conmigo mismo… Hice lo que creí mejor.

El hombre calló un instante. Parecía que iba a ponerse a llorar en cualquier momento. Roberta al notarlo, bajó ligeramente la guardia. Lo quedó mirando como buscando descifrar el porqué de esa aparición tan repentina, de esa afirmación tan contundente. Sin embargo lo único que descubrió fue que ese muchacho que tenía al frente era ya un total desconocido para ella, a pesar de reconocer en sus ojos, los ojos de su pequeña hija.

Hubo un silencio largo y cargado de tensión.

- ¿Es feliz? – preguntó él con voz quebrada

- Mucho… -contestó ella sin dudar

- ¿Y tú? – la miró a los ojos

A pesar de estar conmovida por la vulnerabilidad que él le mostraba, sintió el impulso de herirlo. Era como si la vida se lo pusiera al frente adrede y quiso tomarse la revancha.

- Tuve la suerte de encontrar a alguien que se ocupó de nosotras y con quien finalmente pude formar una familia. Alguien que se encargó de borrarte de nuestras vidas para siempre. Si…somos muy felices.

- Me alegro…- alcanzó a responderle tras acusar el golpe

Ella respiró y terminó de guardar sus cosas en el maletín. Iba a salir del aula cuando se giró a mirarlo, alcanzando a ver que se secaba las lágrimas.. Se quedó un momento ahí sin dar un paso más hasta que finalmente dejó caer sus hombros y dejando el maletín sobre una de las mesas, sacó su cartera. Se acercó a él, quien la miró sin entender.

- Ven… - abriendo su cartera, sacó una foto pequeña- ella es Octavia

El chico cogió la foto con delicadeza y la miró abstraído un buen rato.

- Es muy bonita…

- Y muy inteligente, tiene un coeficiente intelectual altísimo

- ¿Sí? – emocionado- en eso salió a mi entonces

- Parece que si… mira Steve, Octavia es una niña muy sensible y tu presencia así, de buenas a primeras podría afectarle demasiado. Tendría que prepararla primero y todo eso… pero te pregunto ¿has vuelto porque realmente quieres empezar una relación con tu hija? – él la miró sin responder – ¿lo ves? Yo no voy a ilusionar a la niña con la idea de que su padre ha vuelto para que vuelvas a desaparecer.

- Lo entiendo… - respondió Steve volviendo a fijar la mirada en la foto de la niña.

- Tengo que irme

Agregó Roberta entonces para luego coger nuevamente sus cosas y encaminarse hacia la puerta. El la miró y le extendió la foto.

- Quédatela

- Gracias… - le dijo mirándola con los ojos vidriosos- y espero que… algún día puedas perdonarme por ser tan cobarde y tan gilipollas de no haberme quedado contigo…

Roberta no le contestó y tras mirarlo un instante, abandonó la habitación. Caminó por el pasillo de prisa y sin mirar atrás como si quisiera alejarse de él lo más pronto posible. Ya en la calle, detuvo a un taxi y subió. Se recostó en el asiento y cerró los ojos.



- ¿A la casa de tu madre?

- Hace tiempo que no la visito y creo que nos va venir bien separarnos unos días

- Son dos semanas, no unos días… no lo entiendo

- Yo tampoco entiendo porque de un tiempo a esta parte has cambiado tanto conmigo. ¿Te has dado cuenta que todas las noches nos acostamos dándonos la espalda? Una mujer que solía hablarme todo el tiempo al oído, se ha llenado ahora de silencios y de ausencia. Y por más que intento acercarme, siempre termino estrellándome contra una pared enorme e indestructible. Sé que hay algo que te ha alejado de mi pero si no conozco de que se trata, si a ti parece importarte todo un carajo ¿cómo hago? Y he comenzado a preguntarme ¿sabes? si realmente te interesa solucionarlo

- Yo te quiero Roberta – le afirmó con sinceridad

- ¡Entonces háblame por el amor de dios! – perdiendo la paciencia- Yo te necesito al cien por ciento y no a medias Paula…



Abrió los ojos bruscamente ante el pavor que le había provocado el darse cuenta que tal vez estaba viviendo un dejavú. Se sintió de pronto como una mendiga falta de un abrazo, que lo único que deseaba en ese momento era volver a casa. La echaba muchísimo de menos…



Entrada publicada por SYD708 el viernes, 28 de enero de 2011 .
Etiquetas:
 

3 comentarios :

Tita la mas bonita dijo... | 23 de noviembre de 2010, 15:15

El amor verdadero siempre regresa a casa!

Un Besito Marino

Sand78 dijo... | 23 de noviembre de 2010, 21:45

Me encanta la capacidad que tienes para seguir deshilachando la historia. Esperando con impaciencia la 4 parte.
Besotes

Magia dijo... | 27 de noviembre de 2010, 22:32

Sigo perdida como un pulpo en un garaje pero sigo con un gran interés intentando demostrarme que no necesitaré un GPS para terminar de comprender.
Un saludo. Gracias... muchas.

PD: Espero que encuentre ese lugar.