ATERRIZAJE FORZOSO

Si, ya sé, ya sé lo que debes estar pensando, hasta te imagino diciéndolo fíjate- Pero que aburrida la vida de esta tía- Pues mira, para tu sorpresa, hoy, si tengo algo distinto que contarte.

¿Recuerdas que te mencioné que me había comprado un coche pero que no podía usarlo porque mi licencia no era valida aquí? Pues bueno, terminé gastándome un dineral en clases para acostumbrarme a conducir por el lado izquierdo y descifrar la escandalosa variedad de señales que pueblan las calles del reino de la eterna doña Isabel. Al final, logré aprobar el examen. Había obtenido por fin, ese cartoncito rosa que me permitía quitarle las telarañas a mi Ford Ka azul y dejar la miserable vida de peatona, a la que había estado sometida desde que me mudé a la isla. Hasta ahora me pregunto porque carajo los británicos no pueden conducir como todo el mundo. En fin…

Con la euforia intacta y creyéndome el cuento de que mi vida iba a adquirir otra perspectiva, fui a trabajar al día siguiente. Ni bien aparecí, mi jefe, usando sus ya consabidos modales de “Gentleman”, me pidió que lo suplantara en una reunión de obra, programada para las once y media en Brackley.

Se trataba de una encantadora ciudad del medio de Inglaterra. Pequeña, de claro estilo medieval y teñida con cierto aire de leyenda. Sus calles eran angostas y empinadas, flanqueadas por casas en piedra y techo a dos aguas. Muchos de ellos cubierto de paja. O sea mismo cuento de Hansel y Gretel. El viaje no era muy largo, unos treinta minutos en coche. En coche si…- recuerdo que me repetí varias veces al salir de la oficina. ¿Sabes? Nunca entendí hasta aquella mañana, esa cuestión; por lo general muy masculina; de sentirse importante al andar motorizado. Sin tener que esperar más por un bus con otras doscientas personas, conduciendo por aquellas calles llenas de historia, experimenté la sensación tremendamente placentera de sentirme diferente e independiente otra vez. Aunque fuera en un Ford Ka; o mejor dicho; el huevo hecho vehículo.

A pesar de no estar muy familiarizada con el proyecto, la reunión fue bastante productiva. Algo que no hizo otra cosa que elevar aún más, esa sensación de bienestar que me había embargado desde el día anterior. Salí, guardé mis cosas de nuevo en el coche, ajusté mi pequeño GPS; indispensable para nadar en aguas desconocidas; y tras darme dos vueltas seguidas por el parking, finalmente encontré la salida. Fiel al manual, me detuve un instante para mirar y cerciorarme que tenía la vía despejada. Entonces presioné el acelerador. ¿Te dije que aquí conducían al revés verdad? Bueno pues, ni bien el coche avanzó, un sonido seco y grave, retumbó en mis oídos. Instantes después, mi cuerpo era zarandeado de atrás hacia delante y viceversa, haciendo que el cinturón de seguridad cumpliera su función. Fueron apenas unos segundos de caos y aturdimiento hasta que pude darme cuenta que, el bienestar, la independencia y la madre que la parió, acababan de esfumarse sin remedio. Me había llevado de encuentro un Renault guinda, cuatro puertas. Creo que era del cero ocho el maldito.

Es increíble ¿No? la de cosas que se nos pueden llegar ocurrir en los primeros cinco segundos después de un accidente. Desde cerrar los ojos y pretender que nada ha pasado, hasta apretar el acelerador y darse a la fuga. Mismo Misión imposible. Sin embargo, opté por seguir mi sentido común y quedarme ahí. Te juro que sentí que el aire a mi alrededor se volvía irrespirable. Cuando fui capaz de recobrar el control de mi cuerpo, en parte claro, y sintiendo los ovarios en la garganta, bajé del coche y fui a cerciorarme de la magnitud de mi desastre. Había perdido, prácticamente, toda la esquina delantera izquierda. Parte del parachoques azul metálico yacía sobre la calzada contigua. Remataban la escena, las pequeñas partículas del plástico ámbar, que alguna vez formaron parte de la luz direccional, regadas sobre el suelo adoquinado y medieval.

Un par de metros más allá, el Renault lucía una ligera abolladura a lo largo de todo el costado derecho. De él, un instante antes, había bajado una mujer de unos sesenta y cinco años con cabellos grises, abrigo largo de paño y rostro neutral. Con una calma asombrosa, observaba su coche y se cercioraba que la anciana que iba de copiloto, no hubiese sufrido daño alguno.

¿Y que hacía yo mientras tanto? Pues seguía observando mi coche tuerto y repitiendo cual disco rayado: I can’t believe it, I can’t believe it. Mis manos, ni te digo, parecían adheridas a mis mejillas con pegamento sintético. Que cara tendría, que un muchacho yuppie que había presenciado todo, se acercó a preguntarme si me encontraba bien. Pero eso no fue lo más alucinante, nooo, hasta la señora del Renault se acercó muy amablemente a preguntarme sobre mi condición, privándome de mi legítimo derecho a desahogarme y liberar el peso que sentía se me había adosado a la espalda. En otras palabras, me tuve que tragar mis ganas de mandar a la mierda al mundo entero y limitarme a sonreír e intercambiar los datos del coche de la forma más civilizada posible. Tanta compostura, a veces me da alergia la verdad.

Mi compañía de seguros se portó genial, para lo que cuesta no esperaba menos. Esa tarde, fui regresada a casa en una enorme grúa, con el Ford Ka herido y amarradito en la parte de atrás, mi hombro adolorido y el ego hecho trizas.

Han pasado seis meses de ese accidente, no he regresado a la encantadora Brackley y cada vez que puedo, tomo el tren.


(Basado en un hecho real...)

Entrada publicada por SYD708 el lunes, 15 de junio de 2009 .
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12 comentarios :

Adri dijo... | 16 de junio de 2009, 10:41

Al habla una miedo del volante, que no se saca el permiso porque no le da la gana aunque todos le digan que hace mal :P Y conducir en el reino de la eterna doña Isabel, me parece aun mas difícil...

Me pasa a mí eso, y es que me compro un patinete, ya te lo he dicho todo jajaja

Besitos.

Tatana dijo... | 16 de junio de 2009, 13:02

conoces el slogan de IBW (creo)
"¿Te gusta conducir?"
mi respuesta es siempre la misma:
NO, adoro ser paquete, aunque cuando hay q hacelo se hace

lucia dijo... | 16 de junio de 2009, 14:32

Ayyy Syd , la vida del conductor que dura que es . yo he conducido durante muchos años y un dia dejé de hacerlo , no me preguntéis porqué , porque ni yo misma lo sé (lo mismo esto es un tema de spsiquiatría ) , nunca me pasó nada que me hiciera coger miedo, pero esto es lo que hay, menos mal que mi pareja es un "as " del volante y siempre está ahí......y cuando no, pues un familiar que es un santo y que también está ahi......
saludos

Maxi dijo... | 16 de junio de 2009, 18:58

Hola Syd, tu historia me ha hecho recordar. Yo saqué el carnet de conducir y me compré un coche. A los pocos días aparcando cuesta abajo, me equivoqué de marcha y coloqué la primera en lugar de marcha atrás. Terminé encajada entre un arbol y otro coche. Alguien que pasaba por allí tuvo que encargarse de moverlo y aparcarlo bien. La puerta del conductor quedó completamente abollada y aunque la arreglé, el coche se pasó durante un año aparcado delante de mi casa, en la calle. Cuando volví a cojerlo, durante un mes cada vez que salía del coche me temblaban las piernas. Creo que adelgacé unos cuantos kilos.

Ahora vivo en USA, han pasado más o menos diez años desde entonces y para mi sigue siendo una cruz conducir. El martes que viene tengo una entrevista de trabajo y tendré que conducir sola hasta el lugar, espero llegar...

Un saludo.

SYD708 dijo... | 16 de junio de 2009, 19:23

Pues a mi me gustaba mucho conducir, lo heredé de mi viejo supongo, con quien recorrimos en coche todo Europa hace un huevo de años atrás cuando viviamos en Italia. Así que supongo que cuando se me vaya el trauma, me volverán las ganas y hasta puede que cumpla uno de mis sueños,cogerme una 4X4, meter mis baratulos y recorrer Europa a la aventura... que bonito es soñar...

Adri dijo... | 16 de junio de 2009, 20:23

Oye.. que a mí también me gusta conducir, pero un kart. Además, soy una señora loca al volante y no hay dios que me adelante jajaja

Otra cosa es hacerlo en una carretera pública, con coches conducidos por personas que no conozco, y los cuales me pueden matar a mí :P

De copiloto al fin del mundo, que además tengo buena orientación, pero conducir... me temo que por ahora no. Por lo menos un coche, de motos ya no hablo. Que espero poder tener la mía pronto.

SYD708 dijo... | 16 de junio de 2009, 20:38

Ya claro, la niña no quiere un coche porque le da miedo pero si una moto? jajajaajajaja

Adri dijo... | 16 de junio de 2009, 20:44

Soy así de rara... Con un volante las manos me sudan, y con una moto no :P Es otro defecto de fábrica en cierta parte de mi cerebro.

Y porque soy así de chula, sí jajaja

SYD708 dijo... | 16 de junio de 2009, 21:24

Uy cuidado entonces que el mito crecerá como espuma y seguirá alborotando el gallinero

Anónimo dijo... | 20 de junio de 2009, 14:50

¿Conoces a Fenando Alonso?
pues yo soy igual de buena pero en la ciudad, en una autopista sabe conducir cualquiera, te lo digo por experiencia. soy taxista.
Cualquier día contaré alguna anécdota

SYD708 dijo... | 21 de junio de 2009, 12:43

Taxista que chevere, tu si que debes tener un montón de anecdotas e imagino no solo en lo que al volante se refiere sino a los personajes con los que te habrás topado.

Neblina dijo... | 24 de junio de 2009, 20:28

Debio de ser un buen susto!!
Hace una semana decidi que ya era hora de aprender a conducir, aunque siempre me decia mejor mas tarde, total ahora no me voy a comprar un coche, pero me decidi y me puse a busacr auto escuelas con horarios flexibles, pero como en muy poquitas semanas saldre de viaje pense en dejarlo para finales de julio.
Se que no me comprare un coche por el momento, pero la idea es aqluilarlo cada vez que quiera desaparecer, o conducir a toda velocidad en las autopistas