Este verano que calienta pero no mata


              Desde que era niña, siempre me dio la impresión de que el verano tenía la magia de hacer  resplandecer todo a su paso. Es como si durante estos tres primeros meses del año, Lima, casi siempre envuelta en una nebulosa espesa, volviera a la vida. Los parques y plazas parecen salir de un largo letargo y hasta altas horas de la noche,  las calles se llenan de risas y promesas nuevas. (a la people le encanta engañarse) Gente que tal vez inconscientemente, busque así una manera de perpetuar sus días... no sé,  pero pareciera que el verano tuviera el poder de aferrar a la vida hasta al más moribundo, abrigar al desamparado e ilusionar al más incrédulo.  

                Que verano este, que calienta pero no mata, maquillando todo de sueños que parecen posibles. (maldito) Aplaca la angustia y espanta a los demonios de mi espíritu condenado a la nostalgia. Hasta el punto de sentir que todo lo que me aprieta la garganta, en realidad no importa y respiro aliviada. Es cuando cierro los ojos y me abandono al placer de miles de brazos que me acunan con cariño. Todo va estar bien, me repito una y otra vez…   
 
                Felizmente, los años, quitan vergüenza y enseñan maña, esa tan necesaria para sobrellevar valientemente todo aquello que una mortal de alma inquieta como yo, no puede controlar.  Tal vez  he llegado ya a la mitad de mi vida (si es que duras tanto) y puedo decir con un atisbo de orgullo, que nada (hasta ahora) ha podido paralizarme hasta ese punto muerto donde no hay más cabida para los sueños.  

               Y porque sueño, escribo. Y escribir es a veces un riesgo como otros que me cargo a la espalda aunque me muera de miedo. Y porque me arriesgo, vivo, mientras el corazón me grita por dentro.
¿Acaso no dicen que la vida comienza cuando sale una de su zona de confort?
 

                Y es por todo lo que me deja este vivir desde las entrañas, que creo que soy capaz finalmente de reinventarme y afrontar el próximo invierno.   Total… siempre llegará otro verano. (No te hartas del mismo cuento?)


                PD: A veces (muchas di la verdad) también creo que sería más fácil volverse una hija de puta y dejarse de tanto sentimentalismo barato.

Fotos: Imagenes de Miraflores (Cerca de mi house)
Texto: Syd y su conciencia entrometida.


Entrada publicada por SYD708 el sábado, 2 de marzo de 2013 .
Etiquetas:
 

1 comentarios :

Anónimo dijo... | 8 de febrero de 2013, 9:09


Por estos mundos que ando tengo muchos veranos, mucho sol, mucha luz y me gusta, me encanta la vitalidad que le otorga a todo, pero a veces echo de menos los inviernos, los abrigos y bufandas, los paseos bajo la lluvia, cuando mi padre me dice que hace frio allá o mi hermana que se está helando en Gijon, me entra nostalgia, la nostalgia de un viento helado que traspasa mis huesos, del paseo marítimo mojado, de la oscuridad de las noches por las calles, y de las canciones que voy cantando mientras ando por la ciudad refugiándome en mis pensamientos.
Cuando salí hubo muchos motivos que me empujaron a ello, uno de ellos era superar mis miedos, a todo, lanzarme al vacio, el extremo?? esta línea entre la adrenalina de lo desconocido y lo peligroso, te prometo que estos países nunca formaron parte de mi lista de países por visitar, o destinos de vacaciones, el confort lo tenía antes. Pero te juro por lo que más quiero, nunca en mi vida me he sentido tan viva, nunca sentí tanta harmonía, nunca sentí tantas ganas de seguir comiéndome el mundo. Aunque a veces me pregunto cuál es el límite? y cuando lo encuentro, hay una vocecita dentro de mí, aquella miedica que era, que me grita : si has podido con lo vivido y lo que paso y lo que viste, aun puedes seguir adelante, y cada vez el limite se traspasa.
Al final creo que vencí el miedo, y lo seguiré venciendo, porque las ganas de vivir renacen, y ante cada miedo, en mis entrañas siento el cosquilleo y sé que me voy a lanzar aunque sea solo para convencerme a mi misma que ya no tengo miedo :-)
Sentimentalismo barato??!!! Que seriamos sin, aunque duela a ratos, aunque nos dañen, que seriamos sin ese latido? Sin esta vena que en medio de toda la mierda que nos rodea, es nuestro punto débil, pero para mí es mi salvación también

Un abrazo desde un caluroso Ndjamena
Majda