Un bip constante y un fuerte olor a alcohol me
despertaron. La cama donde estaba era bastante dura y las sábanas tiesas.
Reconocí entonces el olor a farmacia y a cera no lustrada del hospital
Metropolitano. Al mover uno de mis brazos, sentí dolor e inconscientemente
lancé un gemido. Escuché pasos dentro de la habitación.
-
No te muevas, tienes varios cortes.
Reconocí inmediatamente la voz
de Patrick acercándose. Se sentó a mi lado y comenzó a acariciarme la frente. Agradecí
esos segundos de calidez en medio de ese precipicio que se me había abierto por
dentro y amenazaba con arrastrarme en cualquier momento.
-
¿Te duele mucho? ¿Pido un calmante a la enfermera?
No
tuve fuerzas para contestarle. Me dolía muchísimo el brazo y las plantas de los
pies. Me dolían los rezagos de frío que me habían penetrado los huesos durante
la madrugada. Sin embargo ese dolor ciertamente era bastante poco comparado a
ese otro que me apretaba el pecho.
-
¿Qué pasó?- me preguntó preocupado- casi me muero de la impresión
cuando te encontré inconsciente, casi congelada y con todos esos vidrios
incrustados.
Guardé
silencio por un momento, tratando de yo misma entenderme. Cerré los ojos
tratando de evadir las ganas de llorar.
-
Me rendí Patrick…eso pasa. Todo este tiempo no he hecho otra cosa que
flotar en una maraña de recuerdos que me distraían de una realidad desoladora,
en donde no tengo absolutamente nada que esperar… solo envejecer y morir.
-
Eso no es así… tu puedes…
-
Hay personas Patrick que son capaces de armarse una vida sin depender
de nadie. Hay otras personas que necesitan de otro para respirar. Cuando conocí
a Arianne, ella se convirtió en ese respiro que le dio sentido a todo. Cuando
supe que iba a perderla, me preparé como quien se prepara para ir a la guerra,
de sus recuerdos, de esa vida breve que compartí con ella y en la que fui
feliz. Ahora que ha regresado, la imagino tan cerca, caminando por Dublín,
absolutamente ajena a mí y encima sin poderla ver y no puedo soportarlo…
-
Tienes que hablar con ella, contarle la verdad.
-
¿Para qué? Dime para que… ella tiene ya otra vida, tal vez una
familia, ¿que podría hacer al enterarse de la verdad? Lanzarme un poco de
compasión. No sé que sería peor.… estoy cansada amigo mío. Solo quiero dormir.
-
Yo te necesito…
Sonreí.
Busqué su mano y la besé agradeciendo su mentira. Se quedó conmigo hasta que los
sedantes hicieron efecto y me hundieron en un profundo sueño.
…
Me
sorprendió el olor de amanecer, no supe donde estaba. Quise moverme pero no
pude. No solo sentí los huesos entumecidos, sino toda yo yacía ahí, inmóvil,
como abandonada a un estado flotante, inconsciente y confuso, que me arrastraba
muy lejos. De pronto una luz blanca resplandeciente lo iluminó todo haciéndome
parpadear varias veces. Reconocí el salón de mi casa, el balcón lleno de
macetitas con plantas muriéndose de pena, miles de vidrios rotos clavados en
mis pies manchados de sangre y mis mil ochocientas miniaturas. Sonreí al darme
cuenta que había algo en ellas que respiraba vida en medio de todas esas cosas
muertas. En eso vi el recorte sobre la mesa de café. El corazón dio un vuelco a
medida que trataba de incorporarme. Fue entonces que sentí que los ojos me
pesaban muchísimo. Intenté con todas mis
fuerzas levantarme para alcanzarla pero cuando iba a lograrlo todo se apagó. La
habitación entera había desaparecido en un segundo mientras mis ojos me ganaban
la batalla y terminaban de cerrarse. Creí escuchar mi nombre a lo lejos: Ciara... antes que todo se cubriera de silencio.
FIN DE LA PRIMERA PARTE
2 comentarios :
Leí la historia de corrido, me deja el sabor raro de que el amor duele necesaria e inevitablemente.
Me fascinan esos personajes desgarrados y marginales necesitados de amor que se obsesionan con imposibles, y que cuando se concretan los destruyen de algún modo.
Felicitaciones por el talento.
Marisol de Argentina.
me encanto la historia,pero xfffff necesito massss ,,gracias x tu espacio y x compartir on los demas, desde chile muchas gracias
Paola
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