Hoy es Junio 2021, tengo cincuenta años y hace 15 meses empezó la peste del siglo XXI. Hoy, en medio de esta pandemia que parece dar una segunda tregua a este, mi frágil, carente y mal educado país, tuve la fortaleza de mirarme hacia dentro…
Una inusitada cadena de hechos dolorosos (Que bastante poco tienen que ver con esta infame pandemia mundial) activó mis mil corazas; instinto de supervivencia supongo; impidiendo que me asomara al lado negro y espeso de mi alma por muchísimo tiempo.
Luego de incontables noches en vela buscando respuestas y aplicando un cocktail variadísimo de remedios caseros para sanarme por dentro, hoy, me toca dejar ir…y mi manera de hacerlo es escribiendo, dándole voz a ese espíritu mío enmudecido. Esta es mi historia…
Antes de que el trabajo remoto se pusiera de moda a la fuerza, solía ir a trabajar todas las mañanas escuchando las noticias en el coche. Sin embargo, hubo un lunes de marzo del 2019, que no me provocó hacerlo… no sé porque… Esa mañana puse música y tarareé malamente varias canciones de los ochenta hasta llegar a la oficina. Estaba contenta. Tenía una agenda muy apretada y me encontré, ni bien llegando, sentada en una reunión de coordinación.
Como nunca, mi móvil comenzó a sonar ni bien comenzada la exposición. Tuve que ignorar a una buena amiga que llamaba. Al minuto sonó otra vez mi móvil, otro amigo queriendo hablar conmigo, ignoré también esta llamada pensando: ¿Pero que pasa esta mañana? ¿Todos me echaron de menos en simultáneo o qué? Dos minutos después, volvió a sonar mi móvil… un poco fastidiada por tanta interrupción miré la pantalla…esta vez era mi hermana y pensando que podría tratarse de algo urgente relacionado con mis padres, me excusé y salí de la sala para contestar…no se trataba de mis padres…
Segundos después, con el corazón a punto de estallar y la respiración galopante, bajaba a toda velocidad los 14 pisos de la escalera de emergencia, mientras en mi cabeza retumbaban las imágenes de la noticia que mi hermana me había compartido por el wp y que para esa hora inundaban todos los noticieros, redes sociales, radios y todo medio periodístico que existiera. La gran actriz de teatro, cine y televisión nacional había muerto en un accidente atroz… ella, la misma actriz que había sido la mujer con la que compartí trece años de mi vida…
Protegida entre arbustos, en una banca solitaria, estallé en llanto, mientras las imágenes de esa ultima cena que habíamos compartido hacía apenas dos meses atrás, me venían a la cabeza. Todo se volvió confuso, como si nada fuera verdad, o eso era lo que quería desesperadamente creer.
S y yo nos habíamos separado definitivamente hacía ya más de cinco años, pero tras vencer a los demonios que aparecen en todas las rupturas y con algo de trabajo, habíamos logrado entablar una relación de amistad basada en el profundo cariño que nos teníamos. Doy gracias que la vida nos diera la oportunidad para ello antes de su temprana partida. Aunque a veces, siento que no hubo suficiente tiempo para decirlo todo…
He de confesar que este acontecimiento, remeció profundamente mis cimientos, esos que creí a prueba de terremotos. Ataques de ansiedad, pérdida de control, pánico, insomnio, pastillas para dormir… Mi cabeza y su lucidez, esa de la que tanto alardeaba, parecían haberme abandonado a mi suerte... Preguntas como: ¿Para esto vivimos? ¿Qué sentido tiene?... Miles de porqués sin respuesta y un millón de “ y si hubieras” que no servían para nada.
Pero el tiempo siempre eficiente, termina por hacer su trabajo, junto con el amor de los vivos claro. Recuperé de a pocos la respiración normal, los ataques de ansiedad se fueron distanciando, el equilibrio y el sueño natural finalmente volvió.
Hacia fines del 2019, me ascendieron en el trabajo y con ello, casi podría haber dicho que todo había vuelto a ser normal, si no fuera por una tristeza profunda que se me instalaba por momentos, apretando el corazón. No tardé mucho en darme cuenta que esa pena no iba a desaparecer nunca… solo iba a hacerse antigua mientras la vida seguía su curso.
Siete meses después, otra de las mujeres más importantes de mi vida entró en el hospital. Esa señora que todos creímos invencible con 99 años nos decía adiós… mi abuela que dos días antes, mientras la visitaba y acariciaba su cabeza plateada, me dijo:
Abue: Tráeme un papel
Syd: ¿Un papel? ¿Para qué abuelita?
Abue: ¿Como para qué? Para escribir pues
Syd: ¿Qué quieres escribir?
Abue: Que te quiero mucho…
Trataba de reponerme todavía de los efectos secundarios de aquel primer knock out y me llegaba el segundo… miles de preguntas otra vez sin respuesta y la búsqueda incesante del sentido de la vida… otra pena destinada a anclarse en el corazón…
Los días no habían terminado de acomodarse ni la resignación siquiera había asomado… cuando esta vida que adoramos y a la que nos aferramos por naturaleza… me tenía guardada su ultima estocada…
Tobby… mi perro… ese compañero silencioso y fiel… era diagnosticado con cancer hacia las fines de Enero del 2020… lo llevé a tratar de inmediato y si bien me dieron todas las esperanzas del mundo que se quedaría a mi lado un par de años más, su organismo no resistió y enfermó gravemente de otra cosa. Eso que se dice, que si no te mata el cancer, lo hace la quimio es verdad… en solo tres días, mi Tobby se vino abajo y yo ya no pude verlo sufrir más… tomar la decisión de hacer dormir a un ser que quieres con toda el alma es lo más devastador que hay… y sintiendo como el mundo entero se me venía encima, lo abracé fuerte y mientras le hablaba al oído, él se durmió para siempre… Fue el 4 de Abril del 2020. Yo no tuve hijos, pero tuve a Tobby y perderlo es algo que quizá no supere nunca….
Así es señores, hay veces en que, de pronto tu normalidad se detiene y de forma violenta e inesperada, te encuentras en medio de un cataclismo que parece no fuera a terminar jamás (Y claro, la pandemia es el menor de mis desastres)
Y si bien he tenido la fortaleza para aguantarlo y seguir caminando, ya no soy la misma… ahora dentro de mi equipaje de vida, cargo conmigo también a mis muertos… sus recuerdos y la melancolía de no tenerlos más… espero de verdad que la vida no se siga ensañando conmigo y me de un buen respiro… y mientras tanto solo puedo decir:
A vivir con conciencia, memorizando cada momento, sin guardar para mañana lo que queremos decir hoy, a disfrutar miradas, sonrisas, abrazos, pues en un abrir de ojos, el tiempo se nos escurre por entre los dedos.
A S, a mi abuelita y a mi Tobby… gracias por haber existido y colmado mi vida de la forma que lo hicieron, cada uno en su tiempo y a su manera…