Eres, eras, fuiste

Y entonces nos encontramos de improviso,
nos miramos como hace tiempo, donde todo parecía extraordinario
la marea nos sube violentamente hasta las orejas 
y la sangre golpea las sienes,  nublándolo todo,
nos besamos con hambre, hasta hacernos daño,
el mundo por un segundo ha desaparecido
y el desierto en el que vivimos hace ya mil noches,
abraza la esperanza de una lluvia milagrosa. 
Pero las mareas siempre vuelven a su cauce,
lentamente nos separamos, apenas como para todavía respirarnos,
e inevitablemente aparece la tristeza, en mis ojos, en los tuyos…



Entrada publicada por SYD708 el jueves, 26 de septiembre de 2013 .
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